Oswaldo Guayasamín (1919-1999), uno de los más grandes artistas plásticos de Latinoamérica, dedicó la mayor parte de su vasta obra a rescatar y elevar el conocimiento sobre los pueblos originarios del continente. En sus dramáticos trazos de los rostros, cuerpos y grandes manos de sus personajes indígenas, con sus tradiciones y cultura, lograba transmitir de forma aguda el sufrimiento de la larga y oscura noche que vivieron. Sus obras provocan un impacto enorme en la conciencia de sus espectadores, algo que era una marca de su gran talento. Lo hizo en la pintura, en la escultura y en la orfebrería, al igual, que en su palabra siempre valiente y poética.
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La invasión de artesanías falsificadas provenientes de algunos países asiáticos, fabricadas con procesos industriales, es la más grave amenaza que angustia a los artesanos de los países Latinoamericanos. En esta parte del continente se estima en 25 millones la cantidad de artesanos, de los cuales un porcentaje alto son indígenas y campesinos. El problema adquiere mayor dramatismo si se considera que estos creadores están ubicados en los segmentos de la población con más dificultades económicas.
Por ejemplo, un estudio efectuado en Colombia hace pocos años, reveló que en varios países de Sudamérica los artesanos habían perdido casi el 30% de sus ingresos como consecuencia de la invasión de artesanías falsificadas. En el país vecino, Panamá, el gobierno debió tomar fuertes medidas para detener la importación de falsificaciones de su artesanía más emblemática: Las “molas kunas” que es un producto de arte textil tradicional de la etnia Kuna de ese país. Este hecho amenazaba la supervivencia económica de sus autores legítimos, los habitantes de las Islas de San Blas.