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Mis primeros amigos costarricenses

Este 5 de julio de 2019, cumpliré 77 años de edad, de los cuales 45 los he vivido en Costa Rica. Me siento muy contento por la familia que formamos junto con mi esposa, Marie Jeanne, y soy afortunado de poder disfrutar de ser abuelo de cinco nietos. Igualmente, y al cumplir años, me vienen a la memoria tantos importantes recuerdos y anécdotas de experiencias de vida tanto familiares como de trabajo y sociales. Hubo muchas razones para que llegáramos a Costa Rica, en marzo del año 1974, pero en estas líneas quisiera destacar una de las razones por las que nos quedamos: El afecto de los ticos. 

Marzo de 1971. Caracas, Venezuela, Hotel Tamanaco. Reunión Comisión Técnica de Turismo de la Organización de Estados Americanos (OEA). De izq. a derecha Xavier Martini, Delegado de la República Argentina; Carlos Lizama Hernández, Delegado de la República de Chile y Álvaro Martin Valverde, Delegado de la República de Costa Rica.

Los costarricenses son buenos para hacerse amigos y reaccionan con mucho afecto cuando sienten una reciprocidad sincera. Es por eso, que la famosa expresión, “pura vida”, no es solamente una marca país, sino la identidad profunda del ser tico. En mi caso, y el de mi esposa, el cariño que recibimos de innumerables personas y familias costarricenses fue abrumador y siempre creciente. 

Curiosamente, los primeros amigos ticos que tuve, los conocí unos años antes de venirme a Costa Rica. Los dos primeros fueron Carlos Manuel Guardia Esquivel y Álvaro Martin Valverde. Ambos eran autoridades del turismo costarricense. Carlos Manuel era Gerente y Álvaro era Director de la Junta Directiva del Instituto Costarricense de Turismo (ICT). Nuestro primer encuentro fue en Madrid, España, a inicios del año 1971, donde éramos invitados del gobierno español, en la época franquista. La amistad fue inmediata, como de “amor a primera vista”. En las sesiones de trabajo, por protocolo, nos sentaban siempre juntos, siguiendo el orden alfabético del nombre de nuestros países, Costa Rica y Chile. Sin embargo, en los almuerzos y actividades sociales, nos juntábamos voluntariamente. Ellos tenían mucha curiosidad por saber acerca de Chile, país que no conocían, pero admiraban , y creo que les hacia gracia mi juventud, ya que, generacionalmente, ellos estaban más cerca de la edad de mis padres.

Posteriormente, coincidimos en otra reunión en Roma, Italia. Recorrimos juntos la hermosa capital italiana, caminando por largas horas, admirando los tesoros de la ciudad, que por miles de años fue la capital cultural del mundo. En aquella época, entre los años 1971 y 1972, habían Organismos Internacionales muy interesados en que los países latinoamericanos forjáramos políticas hacia el turismo, como una nueva alternativa de progreso económico y social. Esto hizo, que una gran cantidad de reuniones técnicas sobre turismo, tuvieran lugar en ciudades capitales como Bogotá, Caracas, Panamá, Quito, Lima, Santiago y Buenos Aires. En casi todas, nos volvimos a encontrar e invariablemente siempre formábamos grupo. Algunas veces incluíamos buenos amigos también de Argentina. 

Marzo 1974. El Gerente General del Instituto Costarricense de Turismo (ICT), Carlos Manuel Guardia Esquivel, entregando la Licencia de Agencia de Viajes y Turismo de la empresa Caravana Tours a su presidente, Carlos Lizama Hernández.

En estos encuentros, aprendí mucho sobre los ticos. Del carácter  tímido y al mismo tiempo afectuoso y paternal de Carlos Manuel y de la efusividad, alegría y humor desbordante de Álvaro. En cierto modo, veía en sus formas de ser, la representación del alma del país. Por otro lado, con ellos también aprendí a tomar ron, los populares Ron Plata y Chatam Bay de la Fábrica, que ya no se consiguen. Ellos, a su vez, conocieron los vinos chilenos. A mi llegada a Costa Rica, ambos se convirtieron en mis padrinos en todos los aspectos necesarios para que mi adaptación fuese lo más rápida posible. Por circunstancias de la vida, muchos años después, tuve la oportunidad de compartir experiencias laborales con dos hijos de Álvaro, Viviana Martin Salazar, en el Consejo Técnico de Aviación Civil y con Álvaro Jr., mientras fue directivo de las aerolíneas LACSA y TACA. A los dos, les hacía gracia saber, que una de las razones por las que elegí venirme al país, fue por la simpatía de su padre, que para mí representaba justamente la alegría de todos los ticos.

José Miguel Castro Echeverría, fue otro gran amigo, que conocí en esos mismos primeros años. José Miguel, era un empresario de gran liderazgo en el comercio, la agricultura , la ganadería y la industria, pero que tenía una especial preferencia por el turismo. Debido a ello, había sido elegido Tesorero, en el año 1970, en el Consejo Directivo de la Confederación de Organizaciones Turísticas de América Latina, la COTAL. En esos años, la organización más importante del continente. A mediados de 1971, el Consejo Directivo realizó una gira por varios países, siendo uno de ellos, Chile, donde me tocó actuar como anfitrión junto con Carlos Stein, el Presidente de la Asociación Chilena de Empresas de Turismo, la ACHET. En aquel tiempo, a los invitados VIP, se les llevaba siempre a un tour por la ciudad de Viña del Mar, la ciudad más turística de Chile, de la que yo provenía. Al finalizar el tour, y antes del regreso a Santiago, yo, cada vez que podía, ofrecía un coctel de despedida en la casa de mi madre, quien siempre me tuvo mucha paciencia con mis compromisos sociales. Cuando llegué a Costa Rica, casi cuatro años después, yo no me recordaba de aquello y traía una carta del presidente de los empresarios chilenos recomendándome ante José Miguel, la que le entregue con la debida seriedad y respeto. Para mi sorpresa, ni siquiera la abrió, y riéndose, me dijo con su gran vozarrón: “Usted parece que no se acuerda de mí, pero yo de usted me acuerdo muy bien, porque estuve en su casa en Chile.” De ahí en adelante, me demostró una amistad a toda prueba, que me abrió muchas puertas y que yo reciproqué en muchas de sus creativas iniciativas. Mi esposa, se convirtió en su periodista, cuando el estableció la Cámara Nacional de Turismo (CANATUR) y cuando fue elegido Presidente de la COTAL. Cada vez que tenía que realizar una manifestación pública, acudía a ella como su asesora. La última vez que ello ocurrió, fue con motivo de un homenaje que le hicieron en Panamá, al que mi esposa Marie Jeanne lo acompañó (aunque ya no trabajaba para él), para darle la revisión final a su discurso.

Hiram Sotela Montagne, Subgerente General del Instituto Costarricense de Turismo (ICT) y Carlos Lizama Hernández, Director de Desarrollo y Recursos Turísticos.

Hiram Sotela Montagne, fue otro gran amigo, que en buena medida influyó positivamente en mi adaptación. “Don Hiram”, como siempre lo llamábamos, era la persona más experta y conocedora del Sector Turismo que había en Costa Rica en esos años. Había sido uno de los funcionarios fundadores del ICT, en el año 1955, y se desempeñaba como Subgerente General, el cargo de mayor jerarquía no político de la institución. Poseía una memoria prodigiosa, que le permitía recordar con exactitud hechos, actuaciones y documentos importantes para el buen funcionamiento del Instituto, así como una mente analítica, que lo habían convertido en el asesor insustituible en cualquier toma de decisiones. Sin embargo, lo más valioso de su personalidad, era su total generosidad para compartir sus conocimientos y para dar consejos sabios y oportunos. Su jubilación, fue una gran pérdida para todos sus compañeros de trabajo. Por ello, para mí fue un gran honor ocupar el mismo cargo que había tenido él, en mis últimos tres años en el ICT. Actualmente, a sus 92 años, don Hiram se mantiene muy bien y continúa por la misma senda por la que siempre se le caracterizó a lo largo de su vida.

Estos primeros cuatro amigos, Carlos Manuel Guardia Esquivel, Álvaro Martin Valverde, José Miguel Castro Echeverría y Hiram Sotela Montagne, tenían en común ser muy ticos, amantes y orgullosos de su patria. Gracias a ellos, aprendí mucho de este maravilloso país. Asimismo, me mostraron una cualidad muy costarricense, que es el respeto a las diferencias políticas o ideológicas y que ninguna disputa o diferencia debe llevar a romper los lazos de familia y amistad. Eso era algo, que en esos años, no se veía en el resto de América Latina, azotada por conflictos bélicos, guerras civiles o crueles dictaduras, que hacían pensar que la paz social, la democracia, eran una utopía que solo podía alcanzarse en una Arcadia como Costa Rica.

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4 comentarios

  1. Ricardo Castro Calvo

    Excelente relato!
    Abrazo fraternal,

  2. Luis Guillermo Calvo Campos

    Gracias Carlos por haber escogido nuestra Patria para establecerte con tu querida familia y gracias por compartir tus conocimientos con todos los que hemos tenido la dicha de conocerte
    Un abrazo

  3. Marcel Oliger

    Increíble Carlos me emociona tus comentarios hoy se mas de ti y de mi querida hermanita chica un tremendo abrazo marcel

  4. CARLOS LIZAMA HERNANDEZ

    Gracias por sus cariñosos comentarios. Mis amigos en Costa Rica fueron y son muchisimos mas, algunos ya lamentablemente fallecidos. En este articulo solo inclui a los que cronologicamente fueron los primeros que conoci.

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Editado por Mauricio Lizama Oliger