Las crisis económicas no son nuevas en la industria turística. Al ser el turismo una actividad que se nutre de un conjunto muy variado de factores e insumos, así como el hecho de estar globalizado desde muchos años antes de que se pusiera de moda hablar de globalización, es lógico que las diferentes crisis que han ocurrido en el mundo, o en algunas de sus regiones, también lo afecten.

Una investigación conducida por Harry Stracham identificó más de ocho fenómenos que califican como crisis en el transcurso de los últimos 20 años, algunos de los cuales dejaron huella en Costa Rica. Uno de ellos fue la guerra en varias naciones centroamericanas, que tuvo un gran impacto en nuestro país tanto en su economía como en el turismo.

El análisis estadístico nos ilustra. En la década de 1970 y primeros años de la de 1980, la economía tica había venido teniendo un importante desarrollo, aunque con una tendencia al agotamiento de la llamada versión centroamericana del modelo cepalino.

No obstante, pese a ese agotamiento, los números eran positivos. El turismo participaba de ese auge, ya que de 281.548 turistas que nos visitaron en 1974, se había llegado a 371.582, en 1982.

Sin embargo, la agudización que se dio en los conflictos centroamericanos y la ruina de los países hermanos –que representaban el mayor mercado para Costa Rica–, dieron paso a la crisis que nos afectó entre 1983 y 1987, cinco años que se convirtieron en los más críticos y prolongados que el sector turismo de nuestro país ha vivido.

El tamaño de esa crisis se refleja en las estadísticas del Instituto Costarricense de Turismo (ICT), que nos recuerdan cómo la llegada de visitantes fue disminuyendo año a año: 371.582, en 1982; 326.142, en 1983; 273.901, en 1984; 261.552, en 1985 y 260.840, en 1986. Entre ambos extremos, la disminución fue de un 30%. Fue hasta 1987 cuando las cifras empezaron a ser positivas y ya en 1989 se volvió al índice de 1982.

El efecto de esta crisis fue enorme, una treintena de hoteles nuevos que se habían construido o iniciado con el auge vivido en la década de 1970, quedaron en cesación de pagos ante los bancos acreedores y varios de ellos a medio construir.

El origen de esta situación se remontaba a antes de la crisis, debido a la devaluación del colón, pero sus efectos negativos se incrementaron con ella.

Respuestas efectivas 

El Gobierno creó la Comisión Sistema Bancario-ICT para encontrarle salida a todas esas inversiones, mediante readecuaciones de pago en los casos que fuera viable, traspaso de los créditos en dólares a colones, ampliación de plazos de gracia o rebaja de intereses u otras soluciones menos ortodoxas en casos extremos.

Aparte de este trabajo eminentemente financiero-bancario, las dos respuestas más efectivas que tuvo el país para empezar a salir de la crisis se dieron en 1985, con la aprobación de la Ley 6990 de incentivos al desarrollo turístico (la cual devolvió la confianza a los inversionistas nacionales y extranjeros).

También, la creación de EXPOTUR ese mismo año, que representó un cambio total en el mercadeo turístico del país. A ello se agregó, en 1989, el lanzamiento de la campaña «Costa Rica, Only Natural», con la que empezamos a posicionarnos como un destino de «soft nature» y ecoturismo en los principales mercados de Norteamérica y Europa.

Posteriormente, hemos tenido dos crisis menores: en 1996 y en 2002, respectivamente. La primera, por el secuestro de turistas alemanes en Boca Tapada, que nos provocó un gran daño en ese mercado, pero que no contagió a los demás. La segunda, del 2002, relacionada con los efectos del ataque terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York, que tuvo un gravísimo impacto en la aviación comercial mundial y sobre todo en las aerolíneas norteamericanas, el cual se trasladó al turismo.

No obstante, las acciones de mercadeo aplicadas y la imagen de paz y tranquilidad que proyecta Costa Rica permitieron recuperar los niveles de crecimiento en solo un año.

Este rápido recuento de las tres crisis que el sector turismo ha enfrentado en los últimos 25 años, puede ser útil para enriquecer conclusiones y recomendaciones acerca de cómo enfrentar la actual.

Aunque hoy las circunstancias, características y alcances son muy diferentes, hay elementos que pueden ser rescatados: en el área del desarrollo de servicios e infraestructuras turísticas y de apoyo a los inversionistas, sería recomendable identificar medidas reactivantes, como lo fue el papel de la Ley de incentivos, en 1985.

El apoyo del sector bancario puede ser también estratégico, no solo para ayudar a paliar los efectos en las compañías existentes, sino para impulsar nuevos proyectos que modernicen y diversifiquen la oferta; tal vez este es el momento más oportuno para impulsar proyectos innovadores como dotar al país de un gran recinto ferial de carácter internacional.

En el plano del mercadeo, nos parece que con la aprobación de la ley que robustece los ingresos del ICT para promover al país en el exterior, se ha dado un gran paso fundamental y muy oportuno.

Lo importante es no quedarnos con los brazos cruzados y, como dice el presidente de la Cámara Nacional de Turismo (CANATUR), Gonzalo Vargas, asumir los retos con valor y creatividad.

Publicado en El Financiero en la Edición 714, el 26 de abril de 2009.