Recientemente, Jaime Daremblum, afirmó que la Organización de los Estados Americanos (OEA) es inoperante y que ha fracasado en el pasado y que sigue haciéndolo en la actualidad. Su análisis se refería, a las gestiones de paz y reconciliación que, desde hace algunos meses, este organismo y Óscar Arias Sánchez lideran valientemente en Honduras. No obstante, tengo fuertes dudas, respecto de este análisis.
Si la idea de Daremblum fuera medir los esfuerzos en Honduras, con base en resultados a corto plazo, pues tendría razón. Sin embargo, si lo que se busca es que en el hermano país haya un clima auténticamente democrático, con un estado de derecho sólido, en el que las personas del color político que sean aprendan a dirimir sus diferencias con diálogo y no por imposición de la fuerza o la arbitrariedad, pretender resultados a corto plazo, es utópico. Lo importante es iniciar el camino y ser perseverante en el esfuerzo.
En la década de 1980, hubo opiniones parecidas que le auguraban toda clase de fracasos al Plan de Paz de 1987. ¡Cómo se le ocurría a la pequeña Costa Rica dirimir un conflicto en el que estaban involucradas las superpotencias de la época! Por dicha, no se les hizo caso a los agoreros, y pudimos celebrar en Esquipulas, el comienzo de la paz en América Central.
Actualmente, lo que cualquier demócrata de verdad tiene que hacer, es apoyar en la tarea bastante compleja que tienen el Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, y el presidente Arias, en lugar de ponerles piedras en el camino. Me parece que la OEA se merece algunos reconocimientos, desde su creación, es el único organismo internacional que efectivamente ha funcionado ininterrumpidamente, uniendo a los países y gobiernos de las Américas, lo que no deja de ser de gran importancia, en especial, para los que somos viejos y hemos visto nacer y morir innumerables intentos de otras organizaciones en el continente.
En mi juventud, fui testigo cercano de la creación del Pacto Andino, que tantas esperanzas motivó. En aquella ocasión, el presidente de la República de Chile, Eduardo Frei Montalva, pronunció un discurso inspirador en Ecuador, que cerró con una frase de Simón Bolívar. En aquella cita, Frei Montalva resumía su deseo de que el proyecto integracionista no fracasara, para no tener que lamentar, como el Libertador poco antes de morir, que dijo: “…siento que hemos arado en el mar”. Al igual que este organismo, se pueden nombrar varias otras iniciativas truncadas como el Mercado Común Centroamericano (MCCA), el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA) o el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), entre otros. La frase lapidaria de Bolívar, sigue lamentablemente vigente.
La OEA, aún con sus limitaciones, ha jugado un papel importante -y polémico- en el hemisferio. En el plano del desarrollo y la cooperación internacional, ha sido y es una instancia muy necesaria. Tildar de meros burócratas a los funcionarios encargados de esos programas no es justo ni responde a la realidad de la labor que desempeñan. Por medio de algunos de sus programas permanentes, se abarcan todos los aspectos necesarios para el desarrollo: educación, cultura, el intercambio y transferencia científica y tecnológica, el apoyo al emprendimiento y muchas otras que han generado beneficios muy concretos para los países de la región, particularmente para los más pobres.
Fui testigo de esto, ya que participé como consultor en el Programa de Desarrollo Turístico Interamericano que dirigía en Washington, DC, el colombiano, Ricardo Anzola Betancourt, con el cual se fundaron -allá por la década de 1980- las bases del exitoso desarrollo turístico que en la actualidad florece en toda América Latina y el Caribe.
Aunque, admito que la OEA requiere muchas mejoras, como las que está impulsando el actual Secretario General, me parece que sigue siendo un instrumento útil y necesario, que no conviene ser sustituido, como la instancia principal de las acciones políticas que se desarrollan en el continente. Nuestro país siempre ha sido un protagonista importante y le ha dado aportes fundamentales a este organismo para la construcción de la paz y el respeto de los derechos humanos en el hemisferio. En el caso de Honduras, aplaudo la iniciativa de mediación impulsada por el presidente.
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