Todos hemos vivido la experiencia de buscar afanosamente un libro que necesitamos, por curiosidad literaria o profesional, o a veces, por obligación. Cuando se trata de libros escasos o agotados en las librerías, la búsqueda se hace más difícil y llega a convertirse en obsesiva. Sin embargo, creo que hay pocos casos a la inversa, de un libro que ande buscando a su dueño o lector. Por extraño que eso suene, fui protagonista de una curiosa anécdota, en la que un libro me busco, hasta encontrarme, por nada menos que 36 años.
La historia culminó en el año 2007, cuando yo celebraba mis 65 años de edad, en mi casa de San Ramón de Tres Ríos, en Costa Rica. Uno de los asistentes a la celebración, el artista y diseñador costarricense, Carlos Salazar, llegó con un libro de regalo. Al entregármelo, me dijo que era un libro sobre Valparaíso, que él había recibido como regalo, de parte de la gran artista costarricense, Dinorah Bolandi, fallecida algunos años antes.
En medio de la fiesta, no atine a abrir el regalo, pero al día siguiente me lleve la primera sorpresa: era un ejemplar de la primera edición de un álbum llamado “Apuntes Porteños”, del dibujante Renzo Pecchenino, más conocido en Chile como “Lukas”, editado por la Universidad Católica de Valparaíso. No obstante, aún me esperaba una sorpresa mayor. Al empezar a hojearlo, me encontré con una dedicatoria manuscrita que decía lo siguiente: “Para Carlos Lizama, con el afecto de LUKAS – 30 JULIO 1971”.
Fue un impacto fuerte para mí, bruscamente me trasladó a un pasado lejano, de emociones y recuerdos en los que ese libro había sido importante. Trate de obtener más información para saber cómo es que ese ejemplar había llegado a Costa Rica, pero el único dato adicional fue que Dinorah había visitado Valparaíso en los años 90s, en una especie de período sabático, y que lo habría adquirido en una tienda de antigüedades y libros de “segunda mano”.
La historia del libro se remonta al año 1970, cuando el poeta chileno Pablo Neruda fue nombrado por el Presidente Salvador Allende, como Embajador de Chile ante el gobierno de Francia y la UNESCO, en Paris. Neruda, que adoraba Valparaíso, fue homenajeado por el alcalde de la época, Sergio Vuskovic, ocasión en la que el poeta hizo un apasionado llamado a salvar el patrimonio cultural y arquitectónico de la ciudad.
El poeta era, también, un líder que motivaba a la acción. Lo que decía, no solo lo hacía, sino que también lograba que los demás lo siguieran. De hecho, varios años antes, había hecho de su casa, La Sebastiana, un maravilloso museo que hasta la actualidad es el mayor atractivo cultural y turístico de Valparaíso. El alcalde Vuskovic, que era educador y filósofo, se preocupó inmediatamente por el mensaje del poeta, e inició muchas obras de recuperación patrimonial, en que la más emblemática fue dotar a la ciudad de un Museo de Arte en el Paseo Yugoslavo.
Muchos artistas y escritores se animaron a producir obras inspiradas en la ciudad-puerto, o a reeditar obras creadas anteriormente. Uno de ellos fue “Lukas”, un notable dibujante y cronista, que llevaba décadas reproduciendo imágenes, historias y leyendas de Valparaíso, y que publicaba diariamente en el periódico El Mercurio, pero que no estaban recopiladas en una sola edición.
Coincidentemente, el Rector de la Universidad Católica, Raúl Allard Neuman, y el director de la Editorial de esa misma Universidad, Oscar Luis Molina Sierralta, crearon una colección llamada “El Rescate”, precisamente para publicar obras dedicadas a enaltecer el patrimonio cultural de la ciudad, y el primer libro que se pudo editar, fue el de los trabajos de “Lukas”.
Por mi parte, yo que también era de origen porteño, y me desempeñaba en aquel momento como Director Nacional de Turismo de Chile. Una forma de cooperar al éxito de la edición fue que dispuse de la adquisición de una parte importante de ella, para tenerla como un obsequio de calidad a visitantes ilustres que llegaban al país y como una forma de promover los atractivos turísticos del histórico Puerto.
Es posible que, por esta colaboración, “Lukas” reservó un ejemplar con esa dedicatoria para mí. Lamentablemente, la convulsión política que vivimos en Chile en los años siguientes, nos separó, y yo me auto exilie en Costa Rica y el falleció en el año 1988. Eso explica que el libro con su dedicatoria haya terminado en los años 90s en una librería de “segunda mano”. Lo que sí es una curiosidad inexplicable del destino, es que ese libro que el autor quiso infructuosamente regalarme en el año 1971, llegara a mis manos 36 años después.
Maria Victoria Torres Espinosa
Increible mi querido Carlos las vueltas de la vida ya ves, un gran abrazo
CARLOS LIZAMA HERNANDEZ
Muchas gracias querida Maria Victoria
SAMUEL BELLO SEPÚLVEDA
Buena Carlos Lizama, muy buena.
Carlos Lizama Hernandez
Muchas gracias querido amigo Samuel. Que bueno es saber de ti y recordar nuestros años juveniles