Cada vez que viajamos por Costa Rica, regresamos a San José estresados, con el cuerpo adolorido, y con nuestros carros descompuestos, con golpes y daños visibles y escondidos, que nos hacen gastar en reparaciones más que el valor del viaje.

En esas horas de carretera, cayendo de hueco en hueco, sorteando zanjas, cambiando llantas, si se hiciera una encuesta en la ruta las personas mas impopulares del país resultarían ser las autoridades del MOPT, del Ministerio de Hacienda, el CONAVI y todos los que en la imagen de los costarricenses son responsables de esa situación.

Por otra parte, los turistas extranjeros regresan asombrados, haciendo comentarios, la mayoría muy negativos, para nuestra imagen de país y otros tomándolo para el ridículo, preguntándonos si son vestigios de bombardeos de las guerras centroamericanas o comparando nuestras carreteras con los cráteres de la luna.

El problema es antiguo, y en estricta justicia, no cabe adjudicarle toda la culpa solo a las actuales autoridades, pues la heredaron, aunque si es importante que empiecen a revolver el asunto.

Desde hace años, las autoridades han actuado con criterio electoral de corto plazo y han preferido hacer y reparar las carreteras con asfalto en lugar de usar cemento.

Es bien sabido que una carretera de asfalto tiene una vida útil muy breve y precaria, debido a las inclemencias del clima de Costa Rica, mientras que una de cemento, aunque inicialmente más costosa, puede prolongar su vida útil por varias decenas de años.

Sin embargo, ha prevalecido el criterio de inaugurar carreteras o reparaciones de las mismas, al más corto plazo y al menor costo posible.

Lo que no le dicen a las comunidades es que esas carreteras van a estar destrozadas por la naturaleza y el uso intensivo en el próximo invierno.

Se confirma el viejo dicho que «lo barato sale caro», pero, ¿cuándo lo van a entender nuestras autoridades?

Carlos Lizama H., Vicepresidentede de ACOPROT.

Publicado en La Nación, el 5 de mayo de 2005.