Sarita Madrigal de Valverde tenía apenas 17 años cuando para ayudar a su madre y hermanos ingresó a trabajar como oficinista en el Ministerio de Hacienda. A los pocos meses, llamó la atención por su inteligencia y dedicación, al extremo de ser propuesta como secretaria del ministro; pero como no sabía taquigrafía, ni dactilografía, ni tenía experiencia, no pudo aplicar para el puesto. No obstante, esto provocó en ella alcanzar su primer gran desafío.
Levantándose cuando aún no amanecía y estudiando en las noches, aprendió en dos meses lo que a otras personas les llevaba años. Al poco tiempo y durante varios períodos, fue la secretaria de varios viceministros de Hacienda, quienes tuvieron en ella, una colaboradora insigne y de una lealtad y eficiencia a toda prueba.
Siendo aún muy joven, tomó la decisión trascendental de dejar aquel trabajo seguro y conocido en el ministerio, para emprender en algo completamente diferente: la Agencia de Viajes Evisa, en la que a los pocos meses, ya conocía todos los aspectos del mundo de los viajes y el turismo, siendo por ello nombrada Gerente Administrativa. Su buena labor, llamó la atención de empresarios extranjeros, quienes la invitaron a hacerse cargo de una nueva agencia que se había fundado.
En ese nuevo desafío profesional, demostró nuevamente una enorme capacidad, provocando la admiración y cariño de sus propietarios, quienes ofrecieron, espontáneamente, venderle la empresa. No obstante, asumir el compromiso de la compra, aunque motivante, era superior a sus fuerzas, por lo que le pidió apoyo a su esposo, un destacado auditor público y gerente de una importante empresa.
Ambos afrontaron la nueva tarea juntos, dando inicio a una de las más exitosas y ejemplares experiencias empresariales de Costa Rica en las últimas décadas. El trabajo tenaz de don Walter Valverde y doña Sarita, hizo que a los pocos años, Viajes Colón se convirtiera en la empresa de viajes más grande, no solo de Costa Rica, sino de toda Centroamérica. A inicio de 1990, cuando tuve la oportunidad de desempeñarme como Vicepresidente Comercial de LACSA y recibía los reportes mundiales de la IATA, nos daba una gran satisfacción ver como una empresa costarricense estaba siempre entre las 5 “top sellers” de todo el continente, superando a las más grandes de países que nos aventajaban en millones de habitantes.
Cuando los hijos crecieron y se hicieron profesionales, se unieron también al negocio, convirtiéndolo en un icono de las empresas familiares. En las universidades y escuelas de Administración de Negocios, al estudiarse el capítulo de empresas familiares, el caso de Viajes Colón era estudiado como uno de los más exitosos. Doña Sarita generosamente compartía sus experiencias y conocimiento con los estudiantes y profesores que le pedían su colaboración. El concepto de administración familiar se extendió a todos los empleados de la Corporación Colón, que veían en ella, no a un jefe o patrón tradicional, sino a una madre cariñosa y exigente, como son las mejores madres que alguien puede soñar.
En una entrevista biográfica, decía con mucho orgullo, que se sabía el nombre de los casi 800 colaboradores de su empresa, con los que compartía tanto en las horas de trabajo como en las celebraciones familiares. En el año 2003, falleció don Walter, lo que fue un muy duro golpe para ella. El amor que los unía era tan intenso, que la pérdida la sumió en un dolor irreparable que afectó su salud. Siguió trabajando con la misma dedicación de toda su vida, pero con la salud cada vez más quebrantada.
En el año 2005, recibió el Premio Nacional al Mérito Turístico, por su labor brillante y pionera en el desarrollo de empresas familiares. Falleció rodeada del cariño y agradecimiento de miles de personas a las que brindó amor y trabajo a manos llenas. Su ejemplo de responsabilidad social, como empresaria familiar, ojalá continúe siendo estudiado en nuestras universidades y colegios, para que con esas enseñanzas, los futuros empresarios contribuyan a la construcción de una Costa Rica cada vez más próspera y solidaria.
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