- Nicaragua y Costa Rica, mediante la cooperación, podrían hacer del San Juan una Venecia tropical
La sentencia de la Corte Internacional de La Haya que puso fin a las diferencias sobre soberanía y utilización del río San Juan, abre nuevas expectativas e ilusiones de progreso para esa bella región, dotada de inmejorables condiciones para un desarrollo turístico de clase mundial, pero que, tristemente y debido en parte a la misma disputa, se ha mantenido sumida en el abandono.
Hace muchos años, me tocó navegar desde Barra del Colorado hasta el San Juan, invitado por ese gran pionero del turismo, que fue don Archie Fields; quienes hicimos este recorrido, quedamos maravillados por la belleza escénica y la exuberante riqueza de la flora y la fauna, de ambas riberas. También, nos impactó la pobreza que se apreciaba en las pocas construcciones y la carencia de servicios. Era todavía la época de los conflictos internos y de la Guerra Fría en Centroamérica.
Sueño por realizar. Nuestros comentarios en aquella visita se centraron en el enorme auge que nos imaginábamos iba a tener esa región, una vez que la paz se instaurara definitivamente.
La veíamos como una Venecia centroamericana, que los turistas podrían recorrer desde Moín, en Costa Rica, hasta el Lago de Nicaragua, cruzando ríos y lagunas, en una navegación en la que en lugar de palacios construidos por el hombre disfrutarían de las joyas de la naturaleza.
Han pasado 25 años y el sueño aún no se realiza, pero el fallo de la Corte de La Haya nos ha puesto a soñar de nuevo.
Para realizarlo, es muy importante que los Gobiernos de ambos países aborden un proyecto común de desarrollo fronterizo integrado.
Esto presupone erradicar los prejuicios nacionalistas equivocados que han prevalecido hasta ahora y unir esfuerzos.
Es imperativo tomar conciencia, en ambas naciones, de que por separado no se va a llegar nunca a algo verdaderamente positivo y valioso.
Cooperación extranjera. Para un proyecto de este tipo puede haber cooperación internacional. Los europeos tienen centenares de casos exitosos de desarrollos fronterizos utilizando ríos, tales son los del Danubio o el Rin, por nombrar solo dos de los más emblemáticos. El ejemplo de Canadá y Estados Unidos con la explotación, armónica y conjunta, de las Cataratas del Niágara, es otra muestra. En Sudamérica, la triple frontera de Argentina, Paraguay y Brasil, donde los tres países explotan turísticamente, con gran éxito, las Cataratas de Iguazú. Nos dan un ejemplo latinoamericano muy cercano.
Me siento, de nuevo, muy optimista y esperanzado, de que el sueño de aquel viaje con don Archie (fallecido hace algunos años), se cumpla al fin; el primer paso ya lo ha dado el sector privado, por medio de empresarios ticos y nicaragüenses, quienes están dando el ejemplo, promoviendo Guanacaste y Granada como parte de un solo circuito turístico, demostrando que este tipo de alianzas binacionales son viables y mutuamente beneficiosas.
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