Amo el amor de los marineros que besan y se van.
Pablo Neruda
Dejan una promesa, no vuelven nunca más.
En cada puerto una mujer espera;
los marineros besan y se van.
Una noche se acuestan con la muerte en el lecho del mar.
Mis padres llegaron a Valparaíso a inicios de los años 50 y vivimos en una hermosa casa estilo victoriano en el cerro San Juan de Dios. No obstante, un atroz infanticidio, cometido muy cerca de la casa, los asustó y se cambiaron a un edificio en pleno centro de la ciudad, en Avda. Blanco 1716, a dos cuadras de la popular Plaza de la Victoria. Algunos años después, la familia se mudó a la vecina ciudad de Viña del Mar, siguiendo un patrón de comportamiento que ya era tradicional en muchas familias porteñas.